martes

Mein Nachbar

Le escucho en muchísimas ocasiones, y no precisamente porque pegue la oreja a la pared. Tiene una voz, a mi parecer, poco varonil, una voz que, aunque parece demasiado aterciopelada y melosa, cuando susurra se le desgarra muy sutilmente llegando así a convertirse en un sonido ligeramente erótico sin dejar de tener un tono extraño y en ocasiones desagradable cuando eleva el nivel de decibelios. Es en cierto sentido divertido tener vecinos sin cara, yo sé de él tanto como él sabe de mí, de mis gritos, de mis canciones, de mis confesiones, de mis taconazos y de mis llantos. Jugamos con la misma carta, la del oído, no obstante, él no sabe que poseo un hándicap al vivir arriba; puedo oler su perfume desde mi habitación. Y no está nada mal.

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