viernes

Ich will in roter Erde leben


De aquí, lejos. Águilas lejos, en las cuevas de lejos. Allí donde la tierra es roja y mi piel era seca. Veía todo recurrente, las ganas de vivir, el dejar de respirar para buscar el sol entre las blanquísimas nubes. Como en un desierto, podría haber sido un nopal. No dejaba de pensar en Ángela, en Karin, en Ana. Estaba aquí, justo en este lugar, viviéndolo todo por segunda vez, pero, no como en la primera, le había dado al play. En la carretera, me di cuenta de que lo que quería era fácil. Luego caí, ellas se sienten muy solas, recordé lo que hablábamos hace una semana. Fue entonces cuando podía dar marcha atrás, volver a mi ciudad dejando una parte de mí viviendo aquello desde cerca, con los ojos de un pájaro y un papelito en el bolsillo. Eso fue lo que hice, ni si quiera cogí prestada una piedra, y ahora, a veces, conecto con las nubes y espero.



martes

Mein Nachbar

Le escucho en muchísimas ocasiones, y no precisamente porque pegue la oreja a la pared. Tiene una voz, a mi parecer, poco varonil, una voz que, aunque parece demasiado aterciopelada y melosa, cuando susurra se le desgarra muy sutilmente llegando así a convertirse en un sonido ligeramente erótico sin dejar de tener un tono extraño y en ocasiones desagradable cuando eleva el nivel de decibelios. Es en cierto sentido divertido tener vecinos sin cara, yo sé de él tanto como él sabe de mí, de mis gritos, de mis canciones, de mis confesiones, de mis taconazos y de mis llantos. Jugamos con la misma carta, la del oído, no obstante, él no sabe que poseo un hándicap al vivir arriba; puedo oler su perfume desde mi habitación. Y no está nada mal.