Cuando estaba hablando no podía dejar de fijarme en sus manos, en cómo se paseaban, agresivas, por el aire de su alrededor, empujando su brisa hacia cada esquina de la triste sala de espera. Empecé a bufar, a cerrar y abrir los ojos, a morderme la piel de mi dedo índice, a fumarme el dedo meñique, a hacerme la interesante pareciendo despreocupada, estaba tan segura de que lo que sentía volvía a ser tan grande que, como cuando has comido más de la cuenta, tenía que explotar. Toda mi entumecida piel de gallina y mi feo rostro colgando de mi cabeza, no hacían más que resentirse y desdichar el día en que nació en mí este absurdo complejo freudiano.
¿Y qué hacer? ¿Qué hacer cuando ocurre algo así?
Entonces supe que no iba a poder escapar de sus manos, recordé lo pesada que soy para estas cosas, por eso le hice una fotografía, como Jesse a Celine, pero sin levantar sospechas, como cuando de pequeñita espiaba desde mi terrado cómo trabajaba Eloy bajo el sol. Eloy responde por mí a la pregunta ¿qué serías si volvieras a nacer, hombre o mujer? (Próximamente me autoresponderé, aunque ya sé la respuesta y (Mei también)). De hecho tengo una fotografía de Eloy, bastante insinuante la verdad, que se me aparece y se me desaparece a la velocidad del rayo, como los fotogramas de Tyler Durden al principio de la película de El club de la lucha, cada vez que veo a una persona del género masculino. Mi cerebro es el condón de unas manos, parece un cuadro de Salvador Dalí.
Si ya lo sé, no me he explicado bien esta vez, es que llevo un rato pensando en el reflejo del sol sobre el pelo rubio de Eloy, pero necesito dejarlo escrito para no contagiarlo de mortalidad (convertir mis recuerdos en algo inmortal, como un cuadro del plasta de Dalí).
No soy de coleccionar todo lo que pillo, sin embargo hay cosas, sobretodo cosas no sensibles, que no te das cuenta que coleccionas hasta que tienes la colección prácticamente acabada.
Ya ves, tampoco me gusta acabar así, no soy nada breve (menos en el remigio).
Lo estropeé, solución:
No suelo coleccionar todo lo que pillo, sin embargo hay cosas, sobretodo cosas no sensibles, que no te das cuenta que coleccionas hasta que tienes la colección prácticamente finita.