domingo

Casa Negra

Me siento suspendida en la transición de algo pasajero. Sentada en la silla de un instante intermitente, negro cuando abro los ojos, blanco cuando los cierro.
Corro tras una esquina, aun que de paredes carezca. Es un tubo espiral, donde encajan cabezas cuadradas. ¡Mi cabeza está cuadrada!

Últimamente puedo palpar los momentos vacíos, y no encuentro arena para rellenarlos, ni si quiera madera para tapar un agujero, ni siquiera pintura ocre, para no darme cuenta de que falta algo este otoño… no soy capaz de pensar y dar con ello. En lo más profundo de mi hipodermis algo no quiere hacer las paces con mi ciudad. Paseo entre la mentira y la farsa, y si ves mi dedo señalarte, es por que me gustaría estar enamorada de ti. Pero no hay tal suerte, no brotan flores ni se escuchan aplausos cuando crece la distancia entre mi barbilla y mi nariz.

Sin embargo al final de cada calle, está
Humphrey Bogart, y me aconseja que no olvide nunca lo que me dice. Pero yo lo olvido, por que no me acuerdo de coordinar intención con memoria, y dejo las cosas buenas hundidas y desechas entre adoquines.

Y subo a casa, rebufando y rebufando, cantando moonriver… o esperando poderla cantar algún día, por que sé que no tengo una buena base para la trama que estoy cosechando, pero soy rica en campos y mucho más en horizontes, y eso nunca lo olvidaré.

Así que así soy yo cuando acaba una etapa de mi vida, nerviosa, neurótica, infantil y cabezona.
Dejaré atrás el positivismo y la seriedad, y esperaré a que llegue un bonito amanecer… o una profunda y larga noche.

Resfriado

No lo intentas y no puedes ser dulce. Tus ojos no quieren decir más que los míos cuando te vieron por primera vez.
Pinchas y no lo sabes. Eres un nopal, pero solo tienes garras en el cogote. Por eso no lo ves. No sientes que me pinchas.
Vas desapareciendo. Como una nube negra que llueve en mi, y luego, difuminada en un cielo azul, no dice adiós.

Recuerdo que hablaste de ti. Me mirabas y sabías que estábamos solos. Yo no conocía a nadie más, solo a ti, te quise conocer y… tu me conociste sin querer. Estábamos solos y me hablaste de ti. Es de noche cuando lo recuerdo, era de noche cuando me dijiste que volveríamos a vernos. Recuerdo que hablaste tan solo de ti.

Eres homogéneo. Como el nescafé disuelto en leche caliente. Sin embargo últimamente hace frío y creo que te has congelado en mí. Como un pingüino en una isla tropical, te has congelado y no tienes alas para salir volando, para decirme adiós.

Lo más divertido es que cuando me enamoro de la idea de enamorarme, nadie tiene voz en mis sueños.
Y tú…tú estás en tu lámpara.

¡Aparece!