domingo

Casa Negra

Me siento suspendida en la transición de algo pasajero. Sentada en la silla de un instante intermitente, negro cuando abro los ojos, blanco cuando los cierro.
Corro tras una esquina, aun que de paredes carezca. Es un tubo espiral, donde encajan cabezas cuadradas. ¡Mi cabeza está cuadrada!

Últimamente puedo palpar los momentos vacíos, y no encuentro arena para rellenarlos, ni si quiera madera para tapar un agujero, ni siquiera pintura ocre, para no darme cuenta de que falta algo este otoño… no soy capaz de pensar y dar con ello. En lo más profundo de mi hipodermis algo no quiere hacer las paces con mi ciudad. Paseo entre la mentira y la farsa, y si ves mi dedo señalarte, es por que me gustaría estar enamorada de ti. Pero no hay tal suerte, no brotan flores ni se escuchan aplausos cuando crece la distancia entre mi barbilla y mi nariz.

Sin embargo al final de cada calle, está
Humphrey Bogart, y me aconseja que no olvide nunca lo que me dice. Pero yo lo olvido, por que no me acuerdo de coordinar intención con memoria, y dejo las cosas buenas hundidas y desechas entre adoquines.

Y subo a casa, rebufando y rebufando, cantando moonriver… o esperando poderla cantar algún día, por que sé que no tengo una buena base para la trama que estoy cosechando, pero soy rica en campos y mucho más en horizontes, y eso nunca lo olvidaré.

Así que así soy yo cuando acaba una etapa de mi vida, nerviosa, neurótica, infantil y cabezona.
Dejaré atrás el positivismo y la seriedad, y esperaré a que llegue un bonito amanecer… o una profunda y larga noche.

No hay comentarios: