sábado

Geschichten Philadelphias


Se acabó. Karin sabía que no tenía la cabeza en la sala. Le dolían los dedos, se aburría de la situación, de aquel sentimiento de saber que uno está llegando al límite. La carretera, el sol, los peajes, las gasolineras… qué lejos quedaba todo aquello.

_Y lo has echado a perder por culpa de tus vicios.

¡Qué tendría que ver! Bob siempre se entrometía en su vergüenza.

_Eres una libertina, una desenfrenada. Fernando lo sabe y no te dejará entrar en su casa, no va a permitir que ingreses en su vida tan fácilmente.

Pero las cosas no iban así; los acontecimientos transcurrían tal y como las acciones se desarrollaban y tomaban forma. Sentía mucho tener secretos ante el transcurso vital pero no podía evitar estar en contra de todo, sentirse una rebelde. Vivía un día o dos por delante de los demás.

_Deja de alterarla, va como va, y la mayoría de veces no como tú quieres.

Y ya lo sabía, qué pesadilla. La luz entraba por debajo de la puerta, ¿sería Fernando?, ¿vendría dispuesto a pedirle explicaciones? Se acabó, no esperaría un día más, era el momento de convertirse en la Katharine Hepburn de Historias de Filadelfia.

_Nunca te cansas del misterio malintencionado.

Cállate Bob.

1 comentario:

Mei dijo...

Guten Morgen!
"Vivía un día o dos por delante de los demás."
M'agrada el concepte.
I el text en general però, com sempre, se m'escapen tantes coses!!


Un petonarro graaaaaaan!
ah, i HEM d'anar a... EL DAU!